¡MONTAMOS NUESTRA SEDE SOCIAL!

¡MONTAMOS NUESTRA SEDE SOCIAL!

Hay momentos en los que tenemos la sensación de haber abandonado a nuestros seguidores, pero es que nuestra Fundación no es una excusa para relleno de redes sociales, las redes siempre están en segundo o tercer lugar. Ya hicimos el mismo comentario en marzo pasado, en otro artículo, https://fundacionpepbonetcapella.com/sexualidad-de-las-higueras-y-su-polinizacion/. Los trabajos propios de la Fundación a veces nos ganan y no queda tiempo para la socialización. De hecho no paramos de trabajar, por ejemplo, no hemos terminado con el tema de la sexualidad de las higueras, como se puede ver, y nos hemos puesto de obras.

A lo largo de estos años de andadura hemos buscado dónde instalar nuestra sede “pública”, donde “recibir” a colaboradores y amigos con algo de rimbombancia y, sobre todo, comodidad. La Fundación, nos hemos hartado de decirlo, está dedicada a la creación de imágenes de naturaleza, en formato macro y micro. En realidad, 40 años antes de “inventar” la Fundación, yo, a título personal, ya creaba imágenes, por puro placer, flores, frutos y semillas fueron el germen de nuestra actual organización.

La verdad es que, para mis fotos, las que hacía y las que sigo haciendo, como la de portada, me resulta más que suficiente una habitación de 2x3m… y salidas al campo. Con eso el trabajo de creación de la Fundación está asegurado, pero en tan poco espacio no caben visitas. El problema es que al crecer, al “fundarme”, al crear un equipo para compartir todos mis conocimientos y el trabajo de una vida, empieza a ser necesario disponer de instalaciones, poder reunir a varias personas alrededor de nuestras cámaras, poder sentarnos, un equipo, alrededor de una mesa y planificar reportajes o planificar apoyos a sesudas investigaciones. Incluso, por qué no, impartir cursos y conferencias, lo que se llama “crear escuela”. Vamos, que hace tiempo que necesitamos una sede pública.

Esta ha sido una de nuestras prioridades de estos últimos años, buscar sede. Tenemos un problema, que nuestra economía no es la de las grandes y famosas fundaciones, ni somos banqueros ni somos millonarios. Hace unos años, en el límite de nuestra economía, encontramos una iglesia desacralizada en un pueblo “de cuyo nombre no quiero acordarme”. Después de muchos números, de muchas previsiones, casi casi de llegar al cuento de la lechera, lo intentamos. Teníamos presupuestados todos los sacrificios que iban a ser necesarios, hasta las futuras privaciones estaban previstas… hasta que el Ayuntamiento del pueblo empezó a poner trabas, que si el local estaba acreditado “como servicios”, que si se debían cumplir toda una serie de requisitos, que si “tal cosa y tal otra” no eran legales, etc, etc. Simultáneamente, al ser “servicios”, que el Ayuntamiento se reservaba ciertos derechos y utilidades… Vamos, una especie de propuesta de “la Fundación paga y el pueblo tiene un servicio más”… Menos mal que no se incluia el derecho de pernada. ¡Nuestra pobre economía no está para regalos de este tipo!

Mientras la Fundación seguía creando imágenes le hemos seguido dando vueltas a la necesidad y hemos decidido adaptarnos “a lo que tenemos”. En el domicilio legal de la Fundación segregaremos una parte de la vivienda, algo más de 70m2, y los dedicaremos a local social.

 

Ya veis que ahora mismo estamos en obras, más motivos para no atender redes sociales, como se puede ver en la foto. El estudio de 6m2, donde se ha gestado una buena parte del archivo de la Fundación, “crecerá” hasta 36m2… ¡Ahora ya cabrán visitas! Es más, ya podremos impartir formaciones, crear encuentros de fotógrafos, mostrar trabajos comentados de auténticos especialistas, etc. La Fundación ya podrá “socializar”. Además, se abre un despacho de dirección y archivo, casi igual de grande, para las gestiones privadas, necesarias para nuestro funcionamiento. En previsión de la socialización habrá microondas, cafetera y frigorífico, “que las penas con pan son menos” y los servicios de higiene necesarios. Estamos creando un espacio de trabajo.

Ciertamente, el proyecto de la iglesia era más glamuroso, creaba una sede con carácter, un techo a 5m impone, dar conferencias en una tarima donde hubo un altar impone, montar el despacho de dirección en lo que fue el coro de una iglesia impone. Esta solución actual no deja de ser una oficina vulgar, pero, realmente, la iglesia se limitaba a doblar la superficie, que se quedaba en unos 150m2… ¡más bonitos! A efectos prácticos, lo único que nos limitará es que nuestros encuentros no deberán pasar de unas 15 personas mientras que en la iglesia se podían plantear actividades para más de 40… ¡limitaremos nuestra vida social… y no será tan “cuqui”!

En esas estamos. Por descontado que en cuanto lleguen todos los muebles, acabemos todas las obras y decoremos las nuevas instalaciones le daremos “el bombo y platillo” que se merece. Mientras “nos las arreglaremos como podamos”, que sabido es que vivir entre obras siempre molesta, cosa que sabe cualquier pareja.

No obstante, siempre seguiremos buscando una sede ideal; un lugar donde podamos dar todo el esplendor a nuestra Fundación social y acciones formativas y divulgativas, y que podamos asumir, quizá de un mecenas o colaborador que tenga una casa o espacio en desuso y desee contribuir a nuestros mismos objetivos y al bien social.

PRECISIONES SOBRE EL LIBRO “DIÁSPORAS, FRUTOS Y SEMILLAS DE LA FLORA BALEAR, DISPERSIÓN”

PRECISIONES SOBRE EL LIBRO “DIÁSPORAS, FRUTOS Y SEMILLAS DE LA FLORA BALEAR, DISPERSIÓN”

En 2022, J. L. Gradaille y un servidor, publicamos un libro sobre la dispersión de las plantas, en particular las de las Baleares. Fue una bonita forma de conjugar media vida de fotografías de frutos y semillas con una idea que le rondaba a J. L. Gradaille de dar difusión a los distintos tipos de dispersión que usan las plantas. Nos pareció que “DIÁSPORAS” definía perfectamente esa vida secreta de las plantas, esas cosas que hacen unos seres, teóricamente inmóviles, “paseándose” a lo largo y ancho de este mundo.

Es del parecer general que las plantas son “seres inferiores”, al menos inferiores a los animales, algo menos sosas que una piedra. Se puede jugar con una mascota, pero una planta es “sosa”, no da lametones… como mucho nos regala algunos aromas y algunos colores… ¡Eso cree mucha gente!

¡Nada más lejos de la realidad! Cierto que las plantas no poseen ni sistema nervioso ni músculos… ni cerebro conocido ¡En la Universidad de Florencia existe un “Laboratorio de neurobiología vegetal”! ¿Hemos de pensar que los florentinos han perdido la cabeza?.

Recomendamos leer el siguiente artículo de nuestro blog,  https://fundacionpepbonetcapella.com/comunion-con-la-naturaleza/, los olivos tienen la capacidad de detectar tormentas de agua, frio y nieve y son capaces de mover sus hojas a voluntad. Y, como cito en el artículo, leed a Francis Hallé o a Stefano Mancuso (El “neurobiólogo vegetal”) para dejar de menospreciar la “inteligencia” de las plantas.

Esta introducción viene a cuento de las técnicas de dispersión que tienen las plantas. Unas ponen flotadores a la semillas, para que se alejen nadando. Otras las dotan de vilanos para que floten en el aire y se las lleve el viento. Hay plantas de hacen crecer ganchos en las semillas para que se enganchen en el pelo de los animales que las rozan. Las hay que recubren la semilla de pulpa azucarada para que las coman y las defequen lejos. Etc. etc. Está claro que unos seres clavados al suelo por unas raíces han encontrado la manera de “urbanizar” nuevas tierras.

Hay dos técnicas de dispersión, una dispersar las semillas por “disparo o explosión del fruto” y otra dotar a la semilla de una bola de comida llamada eleosoma, compuesta de grasa, proteina y azúcares que gustan de sobremanera a las hormigas, que han puesto de manifiesto una imprecisión en “DIÁSPORAS”.

Las plantas pueden recurrir a UN tipo de dispersión o a VARIOS. A veces procuran sumar varios beneficios, por ejemplo conseguir expandir su territorio y, además, conseguir que alguien entierre las semillas para mejor germinar. Un truco muy común es usar a las hormigas, la llamada mirmecocoria. Se ofrece comida a las hormigas, típicamente en forma de eleosoma, y estas llevan las semillas a sus galerías, bajo tierra. Pero también es corriente que algunas plantas hagan explotar sus frutos para que las semillas salgan disparadas, lejos de la planta madre.

La autocoria en forma de disparo, pusimos en nuestro libro, la usan por ejemplo Euforbiáceas o Zigofiláceas,

ello incluye al Ricinus communis entre otros. En general, estas plantas, ellas mismas, son dispersoras de su material genético pero es común que estas semillas vayan dotadas de eleosomas que buscarán con fruición las hormigas. Entonces cómo debemos definirlas, ¿autocoria o zoocoria? En nuestro libro pusimos las Euforbias como autocoria y el Ricino como zoocoria. Ambas definiciones son ciertas y ambos taxones deberían haber coincidido en la misma dispersión, una u otra o las dos a la vez.

Este “examen de conciencia” se lo debemos a www.tonitofa.com, ¡gracias @tonitofa! Nos comentó, a un artículo sobre el Ricinus communis, que había un ricino cerca de su casa que le “bombardeaba” con semillas, incluso que oía los “disparos”… Rápidamente lo hemos investigado. El artículo es https://fundacionpepbonetcapella.com/ricinus-communis-entre-la-medicina-y-el-terror/

Gracias a este comentario hemos descubierto una imprecisión en el texto de nuestro libro que, en futuras reediciones, habrá que matizar. Solo somos fotógrafos, no biólogos, pero intentamos ser muy precisos con lo que comentamos.

Ya véis nuestras posibilidades, queríamos explicar esta imprecisión respecto al Ricinus communis y, sin ningún problema, hemos recogido unos frutos de esta planta y nos hemos montado unas fotos y un video para hacer más amable el artículo.

También es cierto, como publicamos hace unos días en el artículo https://fundacionpepbonetcapella.com/nada-es-lo-que-parece/, que esta simple “rectificación” ha representado una salida al campo a recoger unas ramas con fruto de Ricinus communis, unas horas de grabación de video hasta tener la “explosión”, 15 tomas fotográficas para tener una semilla bien enfocada con profundidad de campo y unas horas de edición y montaje. Esta es nuestra idea de hacer las cosas bien y la practicamos desde fundacionpepbonetcapella.com para “todos los públicos”. Siempre a vuestra disposición.

 

 

La ortiga mayor

La ortiga mayor

Actualmente somos una Fundación, somos un equipo de fotógrafos, comunicadores y administradores con la meta común de “DOCUMENTAR Y COMPARTIR”… Pero no siempre fue así. Hubo un tiempo que “solo” era Pep, en solitario, y Pep hacía fotos de natura por el placer de hacerlas, como por ejemplo este detalle de una Urtica dioica.

En aquella época, la palabra “dioica”, parte del nombre de esta planta, no me decía nada, un nombre. Con los años y el contacto con científicos, por aquello de que “todo se pega menos la hermosura” he llegado a aprender que dioico significa: “que tiene las flores unisexuales en tallos y troncos separados”. Dicho de otra manera, hay ortigas masculinas y ortigas femeninas, unas solo producen polen y las otras solo semillas. Eso mismo pasa con muchas otras plantas, higueras, pistachos, aguacates, etc., etc.

Como que hace 30 o 40 años no sabía tanto, hice la foto que se muestra y me olvidé de las ortigas, es más, ¡las ortigas son “hierbajos” que pican! Dejó de parecerme importante.

Ahora, hace unas semanas, buscando otra cosa, me fijé en una ortiga que tenía un puntito amarillo, algo parecido a una flor diminuta.

Como que lo que buscaba no había aparecido, aproveché para documentar la U. dioica, en principio pensando en un detalle de la flor… y si, si que era una flor, masculina. En realidad lo que estaba viendo eran anteras, el recipiente del polen.

Entonces hice lo que hago siempre, ¡estudiar! Repasé el concepto de dioico y me documenté sobre las ortigas. Ya, sabiendo lo que quería, programé una serie de fotos para documentar el taxón, procuré sacar detalles de las púas, esas que tienen  ácido fórmico, resina, histamina y una sustancia proteínica, esas que nos taladran la piel con tanta facilidad y que pican tanto

Y, vista su masculinidad, pasé a buscar flores, frutos y semillas en un pie femenino. Frutos y semillas fueron fáciles de localizar, pero las flores femeninas son microscópicas, verdosas y casi transparentes, tuve que explorar el ápice de la ortiga con un cuentahilos durante un rato, y salió esto.

En realidad, el día de la ortiga lo que buscábamos era Arabidopsis thaliana, que no apareció. Pero, como no hay que dar puntada sin hilo, aprovechamos el desplazamiento a la montaña para documentar un taxón olvidado e incrementar el valor del archivo de la Fundación, lo que Pep lleva años haciendo y que la Fundación ha asumido.

Este artículo, además de entretenido para aficionados a la botánica, pretende mostrar lo que la Fundación puede hacer para investigadores y comunicadores, documentar con fotos de este estilo lo que quieran decir en sus “papers”. Pero, es más, ante el tema que se quiera publicitar, nosotros tenemos la capacidad y las instalaciones para programar “imágenes a medida”.

Porque nos pareció “ver una flor” hicimos un pequeño reportaje de documentación, “a medida”, que se puede fisgonear en:

https://drive.google.com/drive/folders/1LjkyiSMUCO6zQwOGupy924dN5jZkk98U.

Está claro que admitimos proposiciones, ver si no, en la portada de nuestra web cómo solicitar fotos o colaboración, “sin ánimo de lucro”, en vuestros trabajos.

Construcción de la BONET III o cómo reemplazar un microscopio por un macro extremo.

Construcción de la BONET III o cómo reemplazar un microscopio por un macro extremo.

En el último artículo, el de la BONET II, hice la observación de que los aumentos en macro no se corresponden a los de microscopía. Ello es debido a que en macro nos referimos a medidas de la imagen real respecto a la imagen sobre el sensor o a la imagen impresa y en microscopía se refieren al aumento de ángulo con que se observa el original a través de la óptica, “cómo se ve en el ocular”.

Estas dos imágenes están tomadas con la misma cámara y con el mismo sensor, y son de semillas de Dorycnium fulgurans. La primera, la que tiene 5 semillas, está tomada con el fuelle de la BONET II a unos aumentos x1, sobre un sensor de 17×13 mm. Como sabemos que la imagen formada sobre el sensor es x1, tomando medidas sobre la imagen y con un simple cálculo se deduce que estas semillas miden alrededor de 1,84 mm.

La segunda foto, la de la semilla en su vaina, está realizada a través de un microscopio a x40 aumentos, mismo sensor de 17×13 mm. Es evidente que, siendo una semilla de otro Dorycnium fulgurans, o sea, de medidas similares, no se ve 40 veces más grande que la otra. Si comparamos medidas vemos que la imagen resulta alrededor del doble de las semillas de la otra foto.

Durante un par de años hemos flirteado con el microscopio y, fieles a nuestro compromiso con la imagen, hicimos todo lo posible para aportar medidas reales para las posibles publicaciones. En su momento fue la mejor solución que tuvimos a mano para poder presentar semillas francamente pequeñas.

Pero, como la suerte nos sonríe, nos salió la oportunidad de comprar un objetivo Zeiss Luminar 25 mm/f3.5 a buen precio. Este es un objetivo clásico, a veces presentado como objetivo de microscopio aunque no sea exacto, que se diseñó expresamente para dedicarlo a macrofotografía. 

A lo largo de mis artículos he explicado que uno de los problemas del fotógrafo de macro es la difracción de la luz. Con objetivos normales de campo, los que usa la mayoría de fotógrafos, cuando usamos fuelle o anillos de extensión, rápidamente la imagen se “emborrona” y pierde definición por culpa de la difracción de la luz. En las ópticas que usan los microscopios, que son objetivos parecidos a los de cámara, se adoptan diseños que minimicen este problema, como observar los objetos con ángulos muy abiertos. Como consecuencia los objetos a mirar suelen estar prácticamente “rozando” el cristal del objetivo. Esto, a mí, me daba grandes problemas para hacerle una iluminación de estudio a una semilla colocada escasamente a 2-3 mm del objetivo, pero me tenía que aguantar (a x400 la distancia es 0.7 mm)

Los objetivos Luminar están diseñados en la línea de los objetivos de microscopio, pero para cámara. Era habitual que fueran montados en cámaras de formato grande y, nuestro Luminar, se publicitaba como mejor rendimiento entre x6 y x 25. Teniendo en cuenta que el objeto a fotografiar se coloca a 15/20 mm del objetivo resulta bastante cómodo para iluminar.

Con este pequeño preámbulo, vayamos al diseño. Recordemos que en la Fundación ya tenemos la BONET I que da magníficos resultados desde x0.5 hasta x5. Haciendo caso a la publicidad, construiremos una cámara a la medida del objetivo Luminar 25/3.5 que trabaje entre x5 y x25, con lo que pasaríamos a tener un amplio rango de macro… que con las técnicas digitales al uso y las técnicas de apilado pueden ampliar considerablemente nuestro archivo. Lo primero un poco de óptica.

La construcción de una imagen por parte del objetivo es física pura. Si el objeto está en el infinito, la imagen se formará “exactamente” a la distancia focal de la óptica que sea. Recordemos que por ser nuestros ojos imperfectos, creemos ver imágenes que están un poco antes y un poco después de F, por aquello de los círculos de confusión, lo que llamamos profundidad de campo, pero el objetivo es perfectamente matemático, “enfoca en F”.

Si a la distancia exacta de 2F observamos una imagen, podemos asegurar que tendrá, “exactamente”, la misma medida que el original. En el punto 3F será x2, en 4F será x3 y así, sucesivamente. La imagen se amplía (n-1) veces F, conforme vamos estirando el fuelle o vamos colocando tubos de extensión. Esto es teóricamente infinito, si no fuera que, a partir de una cierta ampliación, la difracción de la luz es tan notoria que la imagen se vuelve inútil. Como nota al margen y para lectores que usen objetivos “comerciales” de cámara, ya dijimos, en un artículo sobre macro extremo, que el mejor rendimiento “profundidad de campo-refracción” suele estar en el diafragma del centro del objetivo. Si hacemos macro, con fuelle o anillos de extensión la norma es que “ampliación x diafragma usado” no sobrepase este número, o sea, que si el diafragma de en medio es 8, por ejemplo, haciendo un macro x2 no conviene cerrar más de F4, dicho de otra manera, ¡nos quedamos sin profundidad de campo! Cierro nota.

En el caso de objetivos compuestos, la totalidad de los que usamos, con varias lentes, es muy raro saber dónde empezar a medir, aunque si sabemos la distancia focal. Entonces el x1 habrá que buscarlo por tanteo.

Para nuestro proyecto de cámara, como nuestro objetivo es de 25 mm de distancia focal, para llegar a x25 está claro que deberemos tener una posibilidad real de estirar el fuelle hasta (F+1)x25= 26×25=650 mm, teniendo en cuenta soportes de objetivo y cámara, quizá se podrían ahorrar unos milímetros, pero no vamos a discutir por unos cm de barra, máxime que tenemos barra de más.

Nota: Los otros artículos sobre este tema han sido un tanto periodísticos, meramente de presentación. Había dos razones importantes, una que solo pretendían situar al lector y la otra que en las otras cámaras yo trabajaba en taller de construcción, mecanizando mis soluciones y eso no es asequible para el no profesional sin maquinaria. Di poca información de las técnicas usadas porque presupongo que la casi totalidad de mis lectores no se van a poner a construir máquinas para macrofotografía y que el número de fotógrafos locos y mecánicos de oficio, simultáneamente,  puede ser nulo.

Ahora, en la construcción de la BONET III, jubilado y sin taller, por muy amplio que sea mi oficio me encuentro como casi todos mis lectores, obligado a resolver problemas mecánicos adaptando materiales de “gran superficie”, de ferretería o recurriendo a encargos puntuales a profesionales. Entonces aquí sí que me extenderé en las soluciones, más que nada por si algún lector está interesado en entrar en este campo, que vea que se pueden “chapucear” soluciones viables con bastante inventiva y con horas de trabajo artesano. Por descontado que este blog tiene “mi contacto” a vuestra disposición.

Volviendo al tema, a los 650 mm obligados, le añadiremos otros 150 mm para mesa y sistemas de enfoque, para soportes, focos de iluminación, etc. lo que nos da una columna de 800 mm

La experiencia me dice que con columnas tan altas y aumentos tan duros, cualquier vibración molesta de sobremanera. Por otro lado, en esto de no poder mecanizar y recordando aquellos perfiles de aluminio comprados a metros para la BONET I, la solución sería buscar un perfil con buenas ranuras longitudinales y que tenga una buena rigidez. En la BONET I, hasta x5,  ¡el perfil de 40×40 mm vibra al enfocar! 

También es cierto que, al haber usado la columna de una ampliadora como soporte y enfoque de la cámara propiamente dicha, en la BONET I añadí un voladizo importante que no ayuda en absoluto. De todas formas no quedaba más remedio puesto que la distancia del objeto al objetivo, con un 135 mm/5.6, varía entre unos 36 cm para x0.5 y unos 10 cm para un x5, lo mismo que si un objetivo saliera unos 26 cm al enfocar… y la BONET I es cualquier cosa menos ligera. Es más bien un armatoste que necesita un buen apoyo, de hecho, con menos columna ya era incomodísima como cámara de campo y por eso terminé construyendo la BONET II.

Aquí, en esta nueva cámara, pretendemos ir desde x5 a x25, está claro que habrá que aumentar la estabilidad. Además, como usaremos un objetivo de 25 mm/3.5 diseñado al estilo de objetivo de microscopio, la distancia objeto-objetivo varía entre unos 18 mm para x5 y unos 14 mm para x25, el sistema de enfoque será independiente de la columna.

Buscando en internet, encontré un perfil de 80×80 mm, con doble ranura que me permitirá, incluso, mantener un paralelismo entre montantes. Recordemos que ya no recurrimos a las técnicas de Scheimpflug, en esta cámara nos olvidamos de descentramientos, ahora mejoramos la profundidad de campo con el apilado.  

Visto así, en la foto, ya parece sólido. En la realidad me sorprendió, ¡es exactamente para lo que está diseñado!, una columna para montar separaciones en oficinas, ¡dudo mucho que vibre! Esos cuatro agujeros interiores, separados 40 mm, son de 6,8 mm de diámetro, la medida exacta para roscarlos a rosca M8/125, cosa que se ve en la foto, y que me servirán para sujetar la columna a la mesa de trabajo. Como me vendieron una barra de 2 metros, no me quedó más remedio que pasar por un taller mecánico y pagar el corte, el roscado lo hice yo en casa, ¡columna solucionada!

Ahora toca solucionar los montantes de la cámara. Las anteriores veces los fabriqué a medida de mis necesidades, pero ahora tengo las manos atadas, no tengo taller a mi disposición.

En su momento tuve una muy buena ampliadora con cabezal de color, para formato medio hasta 6×7 cm, una LPL 7700… la mesa y columna son el soporte de la BONET I.

Terminé de desguazar el cabezal de color para aprovechar los montantes de película y objetivo, solamente las dos placas sin guías ni arrastre de enfoque ni fuelle (el fuelle alargaba escasos 15 cm y yo necesito, al menos, 650 mm), los montantes desnudos. Con un par de taladros separados 40 mm, resultan fácilmente adaptables a la columna. Como parte del cabezal de la ampliadora, los montantes no son iguales, el montante del objetivo es menor porque tenía el suplemento del enfoque y las guías de unión al montante de la película. Yo resolví la diferencia con un par de cilindros roscados de aluminio que, evidentemente, tuve que encargar a un tornero (y pagar).

En este caso, mi única intervención, aparte de desmontar “todo” el cabezal de la ampliadora para separar los dos montantes, fue hacer los agujeros separados 40 mm, con un berbiquí de mano, ¡a pulso!, y conseguir que no se desviaran demasiado. Usé la técnica de empezar con la broca más pequeña posible ¡sin permitir que el taladro pasase para mantener el centro! Y seguí repasando el mismo taladro con brocas 1 mm mayores cada vez, muy lentamente y controlando todo lo posible. Hechos los taladros, fue necesario un mínimo retoque de lima de unas pocas décimas. Tontamente hablando, ya tengo apoyo para la cámara y para el objetivo.

En la foto del objetivo se le ve roscado a una pieza negra, es el soporte para objetivos de ampliadora que se acopla perfectamente al montante pequeño. Si observáis la foto de los dos separadores de aluminio, se ve que el montante pequeño tiene una zona circular rectificada, se ve una uña y hay un tornillo en el lateral. El soporte del objetivo se acopla y se sujeta perfectamente en este plano rectificado… La única cosa que tuve que hacer fue encargar al tornero un adaptador de rosca, de diámetro 39 mm a diámetro 19,5 mm que tiene el objetivo Luminar y ¡problema resuelto!

Entonces las actuaciones a la columna han sido sencillas, prácticamente se resolvieron comprando unas tuercas-guía propias del perfil de aluminio y unos tornillos, aparte de unas pequeñas actuaciones de un taller de mecanizado.

El soporte del objetivo estará fijo en la columna, el enfoque, al igual que se suele hacer en los microscopios, se realizará subiendo y bajando el objeto a fotografiar con una mesa de movimiento micrométrico, que compré hecha por internet. 

Como se aprecia en la foto, a la placa que soporta el objetivo, en los dos agujeros separados 40 mm y que quedan centrados con las ranuras del perfil he atornillado los dos separadores que me hizo el tornero y he roscado estas piezas de dos agujeros que se deslizan perfectamente por las ranuras de la columna (de hecho están fabricadas expresamente para el caso) Cuando el objetivo esté donde me interese, apretaré los dos separadores como tuercas, lo reforzaré con los dos tornillos para que quede fijo y apretaré la placa al otro extremo de los separadores, de tal manera que el centro del objetivo coincida con el centro del sensor en el otro soporte… ¡y trabajo terminado!

Para el soporte de la cámara hay una ligera complicación, este “sí” deberá moverse, ya que será el montante que fijará la ampliación, el que estirará más o menos el fuelle. Para eso también recurrí a un par de tuercas estándar, las de modelo largo porque esos dos tornillos que se ven serán los que emplearé para controlar la ampliación y quería tener comodidad de manejo. 

Todo mi trabajo, aparte de los dos taladros obligados donde sujetar el montante a las tuercas, consistió en cortar unos suplementos que se aprecian bien en la foto de la derecha, para evitar que el montante rozara la columna. Si se observan los accesorios-tuerca se ve perfectamente que tienen un reborde. Este reborde desliza perfectamente por los cantos de las guías de la columna, por lo que el montante sube y baja con mucha suavidad y perfectamente horizontal. En cuanto esté instalado el fuelle, resultará cómodo ajustar la ampliación, que estará convenientemente marcada en la columna.

Para la sujeción de la cámara, la Fuji GFX50, cuando la compré tuve una previsión que me ha resuelto el problema. Cuando compré esta cámara ya lo hice pensando en acoplarla a la BONET I y a la BONET II, tanto es así que compré solamente el cuerpo de la cámara, sin objetivos, resultaba más económico que comprar un respaldo digital. En realidad compré la Fuji GFX50 para “eliminar para siempre” el uso de película química pero mantener una máxima mía de hace muchos años que es que todas mis fotos sean reproducibles con calidad hasta UN METRO. La película hace bastantes años que la abandoné, pero tuve que resolver un compromiso y lo hice con una cámara Micro 4/3 y no me sentí bien… ¡quedaba pobre!

La previsión es que en la tienda donde compré la cámara impuse que también me consiguieran del servicio técnico TRES bayonetas de objetivo, atornillables donde me diera la gana. Dos de ellas ya estaban “colocadas”, en los dos fuelles que ya tenía en uso, la tercera será el soporte de la BONET III.

El trabajo habrá resultado bastante fácil, cuando compré la Fuji, encargué al tornero un tubo de aluminio donde rosqué una de las bayonetas para hacer unas pruebas, el tubo que aparece en la foto. El tubo era más largo y tenía agujeros mecanizados.

Para este nuevo proyecto volví al tornero para que aprovechara el trozo de tubo que quedaba virgen, busqué una placa que tuviera unas medidas similares al montante móvil, taladré el agujero necesario y pegué el soporte de la bayoneta a la placa con Araldit.

Esta placa se atornillará al montante, aprovechando los tornillos que se emplean para sujetar en fuelle, de los que se ven unos agujeros en el montante. Todo el trabajo consistirá en taladrar la placa negra.

En cuanto a mecánica ya está resuelta la cámara, lo único que falta es resolver el enfoque… ¡y el fuelle!

En otros artículos he explicado el nuevo sistema digital de obtener más profundidad de campo, el apilado. Consiste en tomar varias fotos a distintos planos y, con el programa adecuado, seleccionar las zonas enfocadas de cada plano y montar “el puzle” en una foto única que abarque la totalidad del grueso del objeto. La verdad es que esta técnica resulta espectacular, en cuanto a la definición que aporta a la imagen…  y lenta y trabajosa porque hay que corregir los errores del programa de apilado.

El problema es la precisión. En la BONET I, con el objetivo 135/5.6, cuando se amplía al máximo de x5, la profundidad de campo se limita a escasos 0.5 mm. En microscopio la cosa se reducía a 0.033 mm en el caso de x40, a 0.015 mm en el caso de x100 y a 0.005 mm si ampliábamos a x200. Con este objetivo, hasta que lo pongamos en funcionamiento y hagamos las pruebas pertinentes, no sabemos cuál será su mejor rendimiento pero no hay duda que se medirá en milésimas de milímetro.

En su momento hicimos una prueba y pudimos medir que entre aumento mínimo, x5, y aumento máximo, x25, sería necesario un recorrido del punto de enfoque de unos 5 mm. A esto habrá que añadirle el grueso del objeto que, tratándose de objetos nivel macro, siempre será pequeño, supongamos que, como máximo, pueda ser un “garbanzo” de 10 mm.

Hubiera resultado ideal encontrar una mesa micrométrica que se desplazara 15 o más milímetros, solo encontramos a buen precio la de la foto que tiene un recorrido de 13 mm, con un dial con una precisión de 0,005 mm… ¡procuraremos adaptarnos!

Cuando la cámara esté acabada y operativa, ya he apuntado que el objetivo quedará fijo en la columna y que el enfoque se hará subiendo y bajando el objeto a fotografiar. El objetivo se deberá ajustar al punto más alto de la mesa (para evitar errores, la mesa la subiremos 12 mm y este será el recorrido del que podremos disponer) Entonces, este ajuste se hará con un suplemento a la mesa de, por ejemplo, 5 mm y esto nos dará un recorrido real de unos 17 mm, donde se ubicarán los objetos a fotografiar y que podrán ser ajustados capa a capa con la precisión señalada de hasta 0.005 mm. Esperamos que resulte cómodo.

¡Solo queda resolver el fuelle! Este ha sido el talón de Aquiles de este proyecto, ¡el fuelle!

Teniendo en cuenta nuestra falta de experiencia en construcción de fuelles, lo primero ha sido fabricar un molde como ayuda y referencia.

¡Primeros problemas! El molde se fabrica con 9 barras cuadradas que forman un cuadrado de 3×3 secciones, fáciles de desmoldar al estar acabado. Al tener que recurrir a prefabricados de gran almacén, las medidas son las que son. O cogía barra de 30×30 mm y no llegaba o la cogía de 35×35 y me pasaba (el fuelle debía ser de 95 mm entre aristas) Elegí 30×30, que en realidad era 29x 29 mm, monté el taco de 3×3 secciones y dibujé las aristas y cortes en las cuatro caras del bloque, como se ve en la foto, marcando las zonas de madera que debían desaparecer. Este trabajo es básico, porque lo de fabricar crestas y ranuras lo tenía que encargar a un profesional (yo no dispongo de maquinaria) y la experiencia aconseja hacer el encargo con TODOS los problemas operativos resueltos, procurar no dejar ningún detalle constructivo al azar. Un carpintero aceptó el encargo, y lo hizo correctamente, pero lijó los cantos para un mejor acabado y, teniendo en cuenta que ya me había quedado corto, ¡con la lija rebajó 1 mm extra! Menos mal que ya estaba previsto “ensanchar” el molde.

En las fotos se aprecia el suplemento de cartón pegado a la madera y la separación obtenida entre barras. De los 86 mm a los que había quedado el molde después de mecanizado y lijado, se lo hizo crecer a 94 mm

Acto seguido, con una barra de cantonera, comprada en una ferretería, se hicieron unos utillajes, trocitos sueltos y una serie pegados a una tabla, que nos ayudaran a mantener las telas sujetas y perfectamente ajustadas a cada una de las ranuras, ¡a pesar de tanta previsión, os puedo jurar que faltaron manos!

Y con esta preparación, empezamos el primer fuelle, que terminó en fracaso. Un fuelle es, básicamente, una tela opaca, plegable como una tela, con refuerzos en las caras de cada cresta para que mantenga una cierta rigidez mientras se estira o se pliega, ¡esta es la teoría!

Empezamos por dar dos capas de pintura en spray, negro mate, a una tela negra para opacarla ¡y no quedó totalmente sellada! Ajustamos esta primera tela al molde, pegada con cola de contacto y la reforzamos con cartulinas en cada una de las caras de cada pliegue. Luego, como la opacidad era dudosa, cubrimos con una segunda tela, también opacada con otras dos capas de negro mate y perfectamente pegada a cada cartulina de refuerzo, para que mantuviera la rigidez del fuelle. Cuando quitamos el molde, después de un montón de horas de trabajo, de ir a comprar telas y botes de pintura y de algún que otro cabreo, ¡sacamos un molde perfectamente opaco y rígido como la mojama! Además, con tanto grueso de tela, tanta pintura y tanta cartulina, aunque nos sentáramos encima solo se comprimía hasta 18 cm, vamos, que no tenía ninguna utilidad para el proyecto ¡Esto pasa por no saber del tema!

Hubo que volver a empezar desde cero. Cambiamos de técnica, para la tela interior, negra para evitar reflejos, elegimos una tela fina de punto, más rugosa y más flexible que en el primer intento. En la trama se veía al trasluz, entonces se opacó con papel de seda negro, pegado con pegamento permanente del que se usa en artes gráficas, en spray. Esto nos dio una primera capa, bien ajustada al molde con la ayuda de los utillajes de madera que hemos visto antes.

Para dar rigidez al fuelle seguimos recurriendo a la cartulina pegada con cola de contacto, pero reforzando una sola cara de cada cresta. Las 23 cartulinas que dejamos de poner representan comprimir el fuelle 1 cm más, además dejamos más libertad de movimiento a las telas. En las fotos se aprecia la gran ayuda que representan unos trocitos de cantonera de madera y un peso de plomo, usados como utillajes.

En la tercera foto se aprecia el forro con papel de seda negro. En realidad se trata de una segunda capa porque este papel es tan fino y delicado que, manipulando, se hicieron desgarrones en la primera capa.

Se puede decir que el fuelle está listo, pero con un acabado basto y con infinitas manchas de pegamento, que si se apretaran los pliegues podrían pegarse e inutilizar el fuelle. Por eso se le aplica un forro de una tela de raso y ya podemos desmoldar.

En la primera foto una vista de la capa interna, donde se aprecia la tela, en los cantos destaca el forro de papel de seda y se ven claramente los refuerzos para mantener una cierta rigidez. En la otra foto ya tenemos el fuelle acabado, forrado con la tela de raso y desmontado el molde. A decir verdad, se ha resuelto el problema del fuelle, pero ha sido complicado, difícil y ha quedado con un acabado “poco profesional”, no descarto algún día confeccionar otro fuelle y, si sale más agraciado, sustituirlo.

A partir de aquí entramos en la última fase del proyecto, armar la cámara. Llevamos un par de meses reuniendo materiales, mecanizando piezas y encargando mecanizados al taller de torno.

La primera actuación es unir el soporte de cámara y el soporte de objetivo con el fuelle. El sistema va a ser sencillo, usando el mismo sistema de tornillería que se usaba en la ampliadora, atornillar ambos lados. En el fuelle de la ampliadora había unas placas que reforzaban la unión, pero que ahora no caben en la ranura, toda vez que el nuevo fuelle es más grueso, se resuelve por el sistema de encolar el fuelle a la placa soporte y reforzamos con los mismos tornillos, sin placas de refuerzo. A decir verdad, ¡un poco chapuza, pero queda perfectamente sujeto!

Y, Señores, ¡ese ha sido el proceso! Ha habido un trabajo, que se puede observar en las fotos de portada, consistente en, sentado y con una paciencia infinita, ir marcando los tirajes para obtener ampliaciones fijas.

La primera medición, obtener la ampliación mínima que nos permite la compresión del fuelle. A pesar de haber escatimado todo lo posible en espesores, el fuelle completamente comprimido abulta 8 cm. Si añadimos soporte de objetivo, soporte de cámara, gruesos de placas y posición del sensor el aumento mínimo se quedó en x6.6. Como en la BONET I llegamos a x5, para jugar con números exactos hemos empezado por estirar el fuelle hasta conseguir una ampliación exacta de x7.

Este ha sido nuestro punto de partida, mínimo aumento x7. Hemos marcado esta referencia y medido con precisión la separación entre placas. Ahora ya sabemos que si separamos las placas otros +75 mm (recordemos que cada alargamiento de una distancia focal, en este caso 25 mm, aumenta X1 más) pasamos a x10. Subimos otros +125 mm y tenemos x15. Otros +125 mm y tenemos x20. Y, con los últimos +125 mm, x25.

En cada una de estas posiciones, marcada con precisión, hemos tomado una foto a una reglilla y medido en pantalla el campo abarcado. Nos ha dado que las ampliaciones son exactas en un 0,3%. Hechas todas estas mediciones, sujetar firmemente el montante del objetivo, a una distancia de la mesa micrométrica que nos permita aprovechar todo su recorrido  y colocar y marcar el montante de la cámara para poder elegir las ampliaciones que nos puedan interesar.

Y esta es la primera muestra que se ha realizado, una toma de arena de la playa de Ciudad Jardín, en Palma de Mallorca, a una ampliación x10, realizando 15 tomas separadas 40 micras, a máxima abertura del objetivo. Se observa un campo de 4,4 x 3,3 mm y una profundidad de campo de 15×0.04 = 0,6 mm

Ahora queda hacer una serie de fotos en distintas ampliaciones y aberturas de diafragma, para establecer los mejores rendimientos del objetivo, pero se puede decir que esta foto de arena inaugura un nuevo proyecto de la Fundación Pep Bonet Capellá en el mundo macro fotográfico de la Geología, una documentación de arenas de 93 playas del mundo.

Como fundador de la Fundación Pep Bonet Capellá me siento orgulloso de que “este” vaya a ser el primer artículo que se publicará con la Fundación constituida, refleja el espíritu de la misma, aquel lema de “DOCUMENTAR Y COMPARTIR”.

Las cosas no siempre salen como uno quiere

Las cosas no siempre salen como uno quiere

Ponerse a bucear en un archivo, lo que estamos haciendo con eso de escanear el archivo de la Fundación en alta definición, saca a relucir las meteduras de pata que se han cometido.

Pongamos por ejemplo estas fotos de Echinophora spinosa, fotos que se sacaron de una planta recogida en el Jardí Botànic de Sóller en 2005. En 2005, un servidor, el fotógrafo, hacía años que usaba gafas para poder leer (la edad no perdona)

El proceso de trabajo, en lo referente a las semillas, es siempre de laboratorio y estudio. Las plantas secas, con sus frutos y semillas se pasan a una mesa de trabajo y se hacen las selecciones que se crean mejores. Luego, usando desde bisturís hasta agujas se intenta seccionar y desmontar los frutos, buscar las dehiscencias, abrir vainas, etc.

En más de una ocasión ha salido a colación que “no somos científicos”, SOMOS FOTÓGRAFOS. Es importante el matiz porque, si bien intentamos resaltar los caracteres biológicos de la muestra, nuestra prioridad es la estética, defendemos la idea de que la ciencia y el arte son compatibles ¡Nos horroriza la foto del puñado de alubias sobre una cartulina blanca!

… Y eso es lo que hicimos con la Echinophora spinosa, empezar a trastear la muestras para abrir algunos frutos de la umbela y poder elegir las semillas más bonitas para fotografiarlas en sus receptáculos, poder mostrar un pequeño reportaje de la parte reproductiva de la planta.

Al hacerlo nos aparecieron unas ¿semillas? pequeñas, de alrededor de 1,5 mm, amarillas y que, con ojos de cincuentón, “nos dieron el pego”.

Sin dudarlo, compusimos y pasamos a la cámara… ¡Ingrata sorpresa, “las semillas se movían”!

Hay que entender que, para llegar a la cámara, habíamos ido a Sóller a buscar el material y llevábamos más de media hora trasteando… Además, estos “gusarapitos” de menos de 2 mm “tienen su gracia”.

Seguimos la frase “de perdidos al río” y les hicimos fotos a los “comedores de semillas de Echinophora”. No es lo que buscábamos, peeeero…

Alguien nos dirá que en 15 años que hace de esta historia, bien podríamos haber repetido las fotos con plantas sanas, ¡cierto! Pero estas tomas quedaron olvidadas en el archivo, debidamente clasificadas, pero olvidadas. Ahora que las hemos reencontrado hacemos el firme propósito de enmendar el fallo.

Nos encanta compartir nuestros conocimientos y nuestras técnicas, no nos cabe la más mínima duda de que del oscurantismo nunca sale nada bueno. Pero, aceptar la equivocaciones no solo nos hace más humanos, también nos conecta con el resto del mundo… ¡y eso es bueno!

En fin, parodiando a los publicistas, “si os ha gustado, contadselo a vuestros amigos”.