¡Nada más excelso que el saber popular! Sobre todo, cuando comprendemos que somos el resultado de las generaciones que nos precedieron.
He pasado unos días fotografiando pinos y muérdagos en la zona donde se encuentran Cataluña, Aragón y Valencia, con nuestra buena amiga de la Fundación, Pilar Busquets. Pilar se crió en una masía catalana, su infancia fue campesina y su padre le enseñó estas cosas que mucha gente de ciudad desconocemos: Si estás laborando en el campo, en invierno, y las copas de los olivos empiezan a “blanquearse”, procura recoger deprisa y ponte a resguardo.
Todo el mundo sabe que, por el cambio climático, estas navidades y fin de año han sido anormalmente calurosos y esta conversación con Pilar la estábamos teniendo la segunda semana de enero… ¡como si pareciera que quería refrescar, pero sin decidirse!
Justo al día siguiente amaneció frío y lloviendo y decidimos hacer una excursión, en coche, a cubierto (que normalmente exploramos en bici, es más tranquilo, más saludable y es más fácil parar a tomar fotos) Justo salir a la carretera encontramos el paisaje que encabeza este artículo. Estos olivos parece que identificaban las borrascas Gérard y Fien, estas borrascas que, por fin, trajeron frío y nieve a la península Ibérica la tercera semana de enero del año del Señor 2023.
Como le enseñaron a Pilar, ¡recoger deprisa y ponerse a resguardo!
Yo, urbanita como soy, nunca había oído hablar del tema, pero me picó la curiosidad y empecé a mirar olivos, a investigar el por qué.
El olivo tiene una hoja con un haz de un color verde oscuro, azulado, mientras que el envés es fuertemente plateado. Esto es lo que vemos al mirar una rama de olivo.
Ya puestos, usamos la artillería de la Fundación para observar las hojas de olivo en profundidad, incluido estudiar la biología necesaria para entenderlas.
Lo primero que descubrimos es que las hojas de olivo están cubiertas, por ambas caras, de “tricomas peltados” (vocabulario de biología) Son pelillos microscópicos que, en vez de ser largos y finos como cualquier pelo, son estas estructuras abiertas en forma de “huevo frito” que se aprecian en ambas fotos, la verde del haz y la plateada del envés.
El haz, con pocos “pelillos”, que no cubren la cutícula verde de la hoja, y que vemos como estos minúsculos puntitos blancos, parecidos a motas de polvo. El envés, sin embargo, está totalmente cubierto de “pelillos”, tanto que no nos deja ver el verde de la hoja, por eso la vemos plateada.
Ahora es el momento que os hable del biólogo y botánico francés, Francis Hallé, profesor emérito de la Universidad de Montpellier o del director del Laboratorio de Neurobiología Vegetal de la Universidad de Florencia, Stefano Mancuso. Ambos grandes divulgadores del comportamiento de los vegetales.
Tradicionalmente, el pueblo considera a las plantas poco menos que “piedras vivas”, no se mueven, no piensan, no razonan, no se comunican… ¡Ja! Ambos profesores, Hallé y Mancuso, han desmentido todos estos tópicos. Las plantas se pueden “desplazar”, son “sensibles”, tienen la capacidad de “tomar decisiones”, se “comunican” entre ellas, son “altruistas” y se ayudan unas a otras, vamos, que para los que estamos interesados en la naturaleza y el mundo vegetal, estos son autores imprescindibles. Yo los recomendaría como “autores de cabecera”.
Entre las muchas cosas que saben hacer las plantas, está el tener sentidos. Algunos, para nosotros los animales, desconocidos, como poder detectar la humedad. Otros si que los compartimos, como tener detectores de temperatura o de luz.
Otra cosa que tienen las plantas es la capacidad voluntaria de “moverse”. No poseen fibras musculares controladas por un sistema nervioso, como tenemos en el reino animal, pero si que tienen un extraordinario sistema circulatorio (no de sangre, evidentemente, de agua y savia) que les permite controlar la concentración de líquidos en algunas de sus células. Por esto, enredaderas y plantas con zarcillos tiernen la capacidad de ir creciendo, “agarradas” a cualquier soporte, tutores, cañas o ramas de otros árboles. Según el control de humedad, la planta consigue alargar o contraer determinadas células y éstas se comportan como las fibras musculares de los animales, pudiendo retorcer partes de la planta a voluntad.
Si seguimos mirando, en la sección de la hoja se aprecia que el lado del haz está formado por una cutícula compacta y dura (arriba en la foto). Pero el envés, un poco más de la mitad del grueso de la hoja, tiene una estructura esponjosa, poco compacta, con abundancia de espacios vacíos y está forrada de esta capa de “pelillos”, tan densa que aparece en la sección como una capa blanquecina. Arriba, en el haz, solo aparecen cuatro tricomas mal contados.
Volviendo a nuestros profesores, Hallé y Mancuso, y a sus enseñanzas, el sistema sensorial del olivo le permite apreciar humedad, frío y, quizá, presión atmosférica. Esto hace que el olivo tenga la capacidad de predecir la llegada del mal tiempo, frío y nieve, y, con su sistema circulatorio, tiene la posibilidad de mover, de doblar, los peciolos de sus hojas. Tiene la capacidad de plegar sus hojas a voluntad.
Ya hemos visto que una parte de la hoja, el envés que no solemos ver, está formado por un tejido muy poroso y recubierto de una densa capa de tricomas peltados, se trata de una capa aislante térmica. Entonces el olivo pliega sus hojas dirigiendo el haz hacia la rama y dejando los enveses plateados al exterior, a la vista, como un edredón que le proteje del frío. Sabiendo todo esto, a la vista del paisaje con el que hemos empezado este artículo, “¡recoger deprisa y ponerse a resguardo!”.
El Sr. Busquets consiguó algo, a mi juicio, extraordinario, conseguir cuidar de nuestro bienestar en la actualidad como lo hizo con sus hijas en el pasado. El enseñarnos estos secretos, y sus hijas haberlos transmitido, es lo que fomenta nuestra comunión con la naturaleza.
Amigo lector, este es el espíritu de nuestra Fundación, la difusión del conocimiento de la naturaleza. El texto, sin ser copiado, está inspirado en los conocimientos de gente que sabe más que nosotros. Las fotos son nuestras y podemos compartirlas con tus comunicaciones.
Desde que empezamos nuestra aventura de la Fundación, fieles a los principios que anunciamos por activa y por pasiva, hemos publicado bastantes cosas, pero, excepto anunciar la constitución ante notario, siempre han sido publicaciones técnicas. Como si temiéramos no tener tiempo de compartirlo todo. Hemos publicado artículos de nuestras cámaras auto construidas, hemos publicado sobre las técnicas de iluminación que usamos, hay artículos sobre los artilugios que usamos para inmovilizar plantas, en fin, hemos intentado descubrir nuestros “secretos”, que, precisamente, no queremos que lo sean, para que todo el mundo pueda hacer mejores macro fotografías.
En ningún momento habíamos tenido la tentación de mirarnos el ombligo, hablando de nosotros mismos. Ni siquiera nos había parecido necesario, ni siquiera interesante, contar la historia de la constitución de la Fundación.
Tras el desgraciado acontecimiento del fallecimiento de uno de nuestros patrones si que haremos un alto y hablaremos, aunque sea brevemente, de que nuestra Fundación, como casi todas, está siendo el resultado de un equipo humano que juntó toda su ilusión en este proyecto solidario.
Aunque la Fundación partió de una idea individual, mía, una vez “ideada” no me creí capaz de llevarla a cabo, al menos solo. Y fue cuando recurrí a mi entorno, a personas con las que tenía amistad y confianza y que, juntas, si que me parecía que “nos podíamos atrever”. Hablé con cinco personas, de confianza, dos de ellas decidieron no participar (debo decir que porque ya tenían tantos proyectos propios que no se veían con ánimos de afrontar uno más, la proposición les superaba)
En principio quedamos, evidentemente yo por ser “el culpable”. Mi hija Marta, que hay que reconocerle que tiene infinitas aptitudes sociales, muchísimas más que yo, y que iba a manejar las relaciones sociales de la Fundación. Juan Ferre, amigo de toda la vida, que durante toda su vida trabajó en gestión empresarial, que dominaba el mundo de las finanzas, y que se iba a resposabilizar del patrimonio de la Fundación. Y, finalmente, José Luís Gradaille, con toda la experiencia de haber dado vida a la antigua Fundación Jardí Botànic de Sóller, que cedió a nuestra Fundación toda su experiencia para ponerla en marcha.
Si actualmente, amigo lector, ves que la Fundación Pep Bonet Capellá existe y hace cosas, esas cosas que puntualmente vamos contando y compartiendo en redes y otras actividades que hacemos en privado, y que no difundimos por ser colaboraciones en proyectos que no son nuestros, es gracias a este magnífico equipo de cuatro personas que desinteresadamente y con ilusión siempre hemos pensado que el proyecto valía la pena.
Desgraciadamente, el 12 de noviembre pasado, Juan Ferre , colaborador, patrono de la Fundación, pero, sobre todo, amigo desde mi juventud, nos dejó. La vida es así, impredecible y, a veces amarga. Juan nos deja la organización que el gestionó y nos deja todas las ideas que aportó. Las guardaremos como ajuar de la Fundación, toda vez que han sido los primeros pasos de la misma. Descansa en paz, Juan, amigo.
Como que las desgracias nunca vienen solas, casi coincidiendo con el óbito de Juan Ferre, José Luís Gradaille ha tenido que dejar la Fundación por motivos personales. Desde este foro te agradecemos, José Luís, todas tus actuaciones en pro de la Fundación.
Y ahora, los dos patrones que hemos quedado, mi hija y yo, siempre a la velocidad de la Administración, que es bastante lenta, estamos rehaciendo nuestro organigrama.
Como que la Fundación “ya está fundada”, valga la redundancia, y José Luís nos aportó su experiencia en el momento más adecuado, hemos elegido, y él ha aceptado, a Bartomeu Lliteras, fotógrafo y también amigo de siempre, para ocupar la silla de José Luís, pero haciendo otros trabajos. En este momento las legalidades ya quedan en manos de gestores y Bartomeu Lliteras tiene un muy buen bagaje para colaborar en cuestiones de fotografía, que, al fin y al cabo son el alma mater de la Fundación.
Y Juan Ferre, no será sustituido porque las personas no se sustituyen, pero Esther López, amiga y nuestra nueva patrona, que también ha aceptado, con un perfil parecido al de Juan, se hará cargo se continuar su labor… y de aportar al proyecto todo su buen hacer y todas sus ideas. ¡Volvemos a tener el organigrama completo!
Ahora solo falta seguir las pautas de la Administración, a saber cuánto durarán, e inscribir oficialmente a estos dos nuevos colaboradores (que, de facto, ya consideramos patronos de la Fundación)
Como ves, amigo lector, Hablar de fundaciones no solo es hacer unas buenas fotos, o conseguir una 500 fotos de árboles en apenas un año, para uno de esos proyectos en los que colaboramos. Existe toda una infraestructura administrativa, existen una gran cantidad de problemas “domésticos”, que evidentemente no viene al caso hablar de ellos, que son los que resuelve el equipo humano de la Fundación. Por eso seguimos nuestra andadura, por eso seguimos publicando nuevo material, por eso seguimos entrando en nuevos proyectos… y es verdad que debido a eso, vivimos estresados… pero sarna con gusto no pica. Seguimos a vuestra disposición.
Decimos en Mallorca, traducido literalmente, “cada uno vive con el arte que aprende”, pudiendo traducir “arte” por “habilidad” u “oficio”. Nosotros aprendimos a hacer fotos.
Desde la Fundación seguimos, en redes sociales, a gentes que saben mucho más que nosotros, botánicos, entomólogos, astrónomos, matemáticos, ornitólogos, etc. A veces nos cuesta entenderlos, pero, gracias a ellos, nuestras fotos pueden mezclar detalles científicos con la estética y pasar a ser una elegante documentación.
Por ejemplo, últimamente nos ha dado por incorporar insectos a nuestro archivo. Nos paseamos con nuestro cazamariposas y luego “exprimimos” al pobre insecto para justificar su caza. En este caso ha sido un $Bombus terrestris. Aprovecho para recordar que somos fotógrafos, no científicos, y, a pesar de lo que nos esmeramos, avisamos siempre que “nuestras identificaciones” no son seguras, lo hacemos con este símbolo “$” para no engañar a nadie. Si no hay símbolo “$”, significa que alguien preparado ha verificado nuestra identificación.
Este es el resultado de nuestras cámaras de banco y de tomar las fotos con un sensor de formato medio de 50 Mpx. Esta foto del abejorro se tomó a x1,5 sobre el sensor y, por comodidad del lector, hemos anotado el campo abarcado. Y, como la calidad sobra, no hay ningún inconveniente en recortar la punta de la pata y ver una de sus garras, cuatro veces más grande.
La ventaja de trabajar con buen equipo es que permite “hacer milagros”. Véase si no al abejorro mirando a la cámara. Esta vez hemos tomado un x4 y, tan ampliado, el “bicho” estaba bien rebozado en polen y motas de polvo, diríase que un tanto abandonado. En el recorte del ojo, en este caso un x16, se ven perfectamente las motas, que, aparentemente, no le molestan tanto como a los humanos.
Siguiendo la demostración de nuestros equipos, hemos cambiado de cámara y hemos tomado un x10 del ojo. Seguramente al científico le pueda interesar algún otro ángulo. Entonces está claro que, teniendo un archivo de 50 Mpx, no hay inconveniente en hacer un recorte de x40, donde se aprecian perfectamente las motas de polvo y polen que recubren al insecto.
No es la primera vez que lo comentamos, no es lo mismo el multiplicador en macrofotografía que en microscopía. Cuando nosotros decimos que una imagen está ampliada a x10, nos referimos que la imagen sobre el sensor es 10 veces mas larga que el objeto real.
En nuestro caso, siempre, nuestro “POR” se refiere al aumento sobre el sensor de la cámara. Actualmente usamos un sensor de 44 x 33 mm, por lo que, por ejemplo, un x10 significa que nuestro sensor está registrando un campo de 4,4 x 3,3 mm. Por descontado que si hacemos una ampliación en papel o en una pantalla de nuestro x10, habrá que multiplicarla por la ampliación realizada. Dicho de otra manera, x10 es nuestro archivo, cuando lo miramos en una tablet o en un monitor o en la página de un libro vemos una imagen más grande que x10… y si hemos hecho un recorte, más.
En microscopía se sigue otro criterio, los “POR” de los microscopios se refieren al ángulo con que VEMOS la imagen, respecto a mirarla a ojo desnudo. Nada que ver con medidas reales, más bien es la medida de una sensación. Para hacernos una idea aproximada (solo aproximada) los “POR” de los microscopios son como unas 10 veces los del macro, o sea, x10 es, mas o menos, un x100, para la gente que trabaja en microscopía.
Entonces, ya que estábamos, hemos sacado unos detalles de las garras a un x20 (en microscopía, alrededor de x200)
Y, teniendo de partida 8256 x 6192 px, nos podemos permitir el lujazo de hacer recortes como los de la foto de 0,55 x 0,41 mm. donde el pelo rojizo que se ve detrás de las uñas de la garra es de unas 12 a 15 micras de grueso o la uña pequeña mide unos 0,25 mm de largo (unas 250 micras)
Casi desde el principio de nuestra afición, siempre nos ha obsesionado marcar las medidas de lo fotografiado. Desde el punto de vista artístico no tiene ninguna utilidad, pero siempre hemos asumido que nuestra foto puede ser útil al investigador y, en investigación, los detalles son importantes. Como lo es tener la geolocalización del sujeto, o sobre que planta se ha cazado un insecto…
Como dice nuestro lema, “Documentar y Compartir”, compartir nuestras fotos y toda la información de los sujetos que salen en ellas… o hacerlas a medida de la información que se quiera estudiar o difundir.
En nuestro quehacer diario, nos solicitaron documentar una pequeña colección de Nummulites. Al oír la palabra me vino a la memoria una historia de mi adolescencia.
En la clase de Física y Química, un grupito de “teenagers” inconformistas, intentamos “pillar” al profe (un Sr. de un inmenso bagaje cultural y técnico y excelente profesor) y preguntamos ni me acuerdo qué, impertinentemente, con malas intenciones. La respuesta, “Esto entra en el vasto campo de mis desconocimientos”, nos dejó sin palabras… ¡Muy pipiolos para tan excelente profesor!
En mi caso, la palabra “Nummulites” se hundía en el insondable océano de los míos, de mis desconocimientos. Menos mal que ahora disponemos de San Google, los Dioses nos lo conserven, y me pude documentar.
Directamente de la Wikipedia, https://es.wikipedia.org/wiki/Nummulites, me enteré que se trataba de esqueletos de animales de más de 40 millones de años, muy abundantes en los mares del Paleoceno y el Eoceno, y que suelen aparecer incrustados en rocas calizas del Eoceno, en el Mediterráneo, evolución del mar de Tetis. Luego, ya que estaba, seguí aprendiendo. Al igual que hemos hecho en la Fundación, invito a los curiosos que no estén versados en el tema a documentarse, que para esto están las redes.
Documentándonos, nos enteramos que las columnas del Claustro de San Francisco, en Palma de Mallorca, las que aparecen como foto de portada, se habían tallado de rocas nummulíticas, al igual que sucede con columnas del Claustro de Pedralbes en Barcelona.
Como se aprecia en las fotos, durante algunos millones de años fueron unos organismos muy abundantes, que iban muriendo y dejando sus esqueletos enterrados en el fango. Fango que, con el tiempo, solidificaría en rocas aptas para fabricar columnas.
Anverso y reverso de un Nummulite, algo pulido para que se pueda apreciar que se trataba de una especie de “caracola” (nada que ver con los caracoles) que actuaba a modo de esqueleto de un organismo unicelular. Se intuye que, además de la espiral, el tubo estaba dividido en cavidades. Leyendo, hemos descubierto que, junto con el “bicho”, convivían algas que ayudaban a apotar alimentos.
En estos otros nummulites, también anverso y reverso, quizás se aprecia mejor el tubo en espiral y su reparto en cámaras.
En las columnas ya se aprecia una cierta cantidad de ellos, pero en el material a documentar había un par de piedras espectaculares. Auténticos cementerios de nummulites, desde pocos milímetros hasta un par de centímetros.
Y, por último, un corte de una roca con incrustaciones de Nummulites, pulida.
A decir verdad, la aventura de la Fundación es tremendamente divertida. Cierto que, en los estándares actuales de pragmatismo mercantilista, saber de la existencia de los “Nummulites” pocos beneficios nos aporta, pero estar observando unas columnas y poder saber que las adornan unos organismos que vivieron hace millones de años, y saberlos identificar, a nosotros nos alegra el alma. Supongo que es eso de “la aventura del saber”.
Ya lo hemos comentado más veces, la finalidad de la Fundación es DOCUMENTAR Y COMPARTIR, nosotros solo presumimos de saber hacer fotos, los científicos y los comunicadores sois vosotros. Así como hemos documentado esta pequeña colección de Nummulites, tenemos la capacidad de fotografiar cosas entre uno (1) y ochenta (80) milímetros con un buen nivel de calidad que, con vuestras explicaciones, pueden colaborar a difundir la cultura científica. Estamos abiertos a vuestras peticiones y, si no nos necesitáis, no dudéis en contárselo a otros que, quizás, si que puedan aprovechar nuestros conocimientos y nuestras técnicas.
En esta ocasión os queremos facilitar, mediante este recordatorio, el acceso al banco de imágenes que escaneamos, digitalizamos y ampliamos constantemente y del cual hay una muestra permanente a vuestra disposición:
La meta de nuestra Fundación es documentar gráficamente trabajos, tanto de investigación como de difusión, colaborando con nuestras macrofotografías a que estos trabajos sean más precisos y más comprensibles para un público no científico.
En esta línea documental, aparte de nuestro banco de imágenes, ofrecemos a nuestros posibles usuarios crear, conjuntamente con ellos, imágenes que se adapten a sus trabajos.
Asimismo, también os recordamos que la filosofía de nuestra Fundación es de DOCUMENTAR Y COMPARTIR, por ello, os invitamos a que participéis y cooperéis si tenéis documentación gráfica de natura que queráis ceder para que estudiantes y científicos del mundo puedan hacer debido uso de ella. Queremos llegar a ser una cooperativa productiva y útil para la sociedad, y trabajamos día a día para poder convertirnos en el punto de encuentro en el que compartir naturaleza, conocimientos y fotografía, entre otras muchas cosas.
Para cualquier colaboración, no dudéis en contactar con la Fundación.